Cerca del 90% de los birmanos practica la religión Budista,
pero está reconocida la libertad de culto. Sidharta Gautama
Suda fue un príncipe que nació en Lumbini (Nepal) en el
siglo VI a.de C. Suda alcanzó la Iluminación a base de la
renuncia a los bienes materiales y la meditación. Su
doctrina se extendió durante el reinado del emperador Asoka
en la India, quien envió misioneros a Sirmania en el siglo
111 a.de C. y lograron introdu¬cir el budismo en esta tierra.
Posteriormente, hacia el siglo VI el budismo birmano recibió
la influencia de las escuelas cin galesas del actual Sri
Lanka, on la llegada de nuevas expediciones de monjes
misioneros.
El budismo se basa en una renuncia al deseo, al que culpa de
todas nues¬ tras frustraciones. No reconoce a ningún dios,
sino que plantea la exis¬ tencia de una energía divina en la
que debe¬ mos fundimos tras una vida pura.
El budismo no es tanto una religión como una filosofía y un
código moral de vida. El hombre deberá reen¬ carnarse
cuantas veces sea necesario hasta que comprenda que casi
todos los deseos no son más que ilusiones sin importancia, y
enton¬ces se habrá convertido en un Buda y alcanzará el
Nirvana.
La ausencia de un dogma tan poco comprensible como la
exis¬tencia de un dios y la idea de este Nirvana como fusión
con una energía divina -que ni se crea ni se destruye-
presente en el Universo han atraído hacia el budismo a miles
de pensadores y científicos de Occidente.
En su forma primitiva, el budismo impartido por los monjes
envia¬dos por Asoka pertenecía a la escuela Theravada o
Pequeño Vehículo y fue rápidamente adoptado por los mon,
mientras que una nueva oleada, llegada hacia el siglo IX,
convirtió a los pyus del norte en budistas Mahayanas,
seguidores del Gran Vehículo, doctrina mayoritaria en países
como Tíbet o Vietnam y predomi¬nante entre los budistas de
Japón, China, Singapur.
La escuela Theravada sigue siendo la predominante en
Birmania -sólo un 1 %, de origen chino, pertenecen a la otra
gran escuela-, junto con Camboya, Laos, Sri Lanka y
Tailandia.
La diferencia fundamental entre ambas corrientes reside en
que el budismo Theravada propugna la liberación -que no
salvación¬individual, mientras que el Gran Vehículo pretende
posponer la lle¬gada al estado ideal o Nirvana hasta que
todos los seres estén lis¬tos para ello.
Budismo Mahayana y Theravada no son ni mucho menos
anta¬gónicos y la escuela del Pequeño Vehículo se
caracteriza también por ser más ascética.
El camino de la liberación budista exige una profunda
correc¬ción en ocho manifestaciones fundamentales del ser
humano:
Corrección en el hablar
Corrección al actuar
Corrección al vivir
Corrección en el esfuerzo
Corrección en la atención
Corrección en la concentración
Corrección de pensamiento
y corrección en el entendimiento.
Además, los birmanos añaden a este sendero de perfección la
prohibición de matar, robar, adulterio, mentir y utilizar
sustan¬cias tóxicas.
El 5% de la población es animista, el 4,5% cristiano -la
mayo¬ría en la etnia karen-, el 4% musulmán y el1 ,5% hindú.
El Animismo es una práctica ancestral que diviniza a la
Naturaleza y sus manifestaciones.
El Islam, la doctrina de Alá revelada a Mahoma en Arabia en
el610 d.de C., llegó a Myanmar a través de los navegantes
ára¬bes que comerciaban con los puertos de la costa oeste y
poste¬riormente por la influencia de malayos e indonesios.
La religión musulmana se sustenta sobre cinco pilares: la
Shahada o profesión de fe impone la obligación de aceptar
que Alá es el único Dios y Mahoma, su profeta; el Salah o
llamada a la oración, debe observarse cinco veces al día,
con la llamada del muecín, y se reza sobre una alfombrilla
mirando a La Meca. El Zakat es el deber de destinar un 5% de
los ingresos para los más pobres; el Ramadán es el mes de
ayuno y abstinencia sexual hasta la caída de la noche, y el
Hajj es el acto de peregrina¬ción a los Santos Lugares de La
Meca que todo musulmán debe hacer al menos una vez en su
vida (si puede).
Las mezquitas birmana pueden visitarse siempre y sólo hay
alguna restricción en momentos de la oración, o por ejemplo,
a veces los turistas varones no pueden entrar en el espacio
reservado a las mujeres. Hay que descalzarse y si lleváis
los hombros o muslos descubiertos os prestarán una especie
de camisón.
El hinduismo, que veréis practicar sobre todo en Yangon y
las poblaciones del delta, se expandió hace milenios en
Birmania, a través de la colonización cultural que los
imperios indios practicaron en el Sureste Asiático, y se ha
mantenido gra¬cias a los miles de trabajadores del sur de
India importados por los británicos en el siglo XIX, y a sus
descendientes actuales.
Aunque muchos puedan pensar que los hindúes profesan un
politeísmo absolutamente desmadrado, lo cierto es que creen
en un único principio divino con tres manifestaciones
principales -Brahma, Shiva y Vishnú- y millones de
encarnaciones de esta trímurtí.
Los principios esenciales del hinduismo son el dharma y el
karma. El dharma es el equilibrio divino del Cosmos al que
todos nuestros actos, buenos o malos, afectan, por nimios
que sean. El karma es el destino con el que cargamos, fruto
de nuestras malas acciones en vidas anteriores.
Los hinduistas contemplan la vida como maya, ilusión
distor¬sionada de la realidad, pero también como una pesada
carga de la que hay que liberarse para alcanzar el Nirvana,
el paraíso al que se llega una vez roto el ciclo de las
reencarnaciones, concepto en el que coinciden plenamente con
el budismo.
Brahma es el dios creador del Universo, el padre de todos
los dioses. Con cuatro caras que todo lo ven, suele aparecer
a lomos de un ganso acompañado de su esposa, Sarasvati,
diosa de la sabi¬duría y la ciencia.
Sarasvati es muy bella, con cuatro brazos que ofrecen una
flor a su marido, y porta un tambor. También puede
representarse tañendo un instrumento de cuerda sobre un
enorme loto.
Vishnú es el dios preservador del mundo y el más venerado
junto con Shiva. En nueve ocasiones -o diez para los que
defien¬den que Suda es uno de sus avatares- Vishnú se ha
reencarna¬do para luchar contra el mal.
Sus avatares más populares son Rama y Krishna quien, por
cierto, tuvo una vida con muchas similitudes a la de Cristo.
Vishnú aparece a veces en posición de loto y una cobra
enorme desple¬gada a su espalda. Lakhsmi, la mujer de Vihsnú,
es la diosa de la belleza y la prosperidad.
Shiva, la tercera personalidad de la trimurti, es la deidad
de la destrucción y la regeneración. En su forma del
bailarín cósmico es Nataraja, que con su danza crea el
Universo. El fuego que rodea a Nataraja es la energía que
nace de su baile mientras pisa al demo¬nio de la ignorancia.
La esposa de Shiva es Parvati, quien puede adoptar
perso¬nalidades terribles, como Durga, con diez brazos
armados, o Kali, diosa que se alimenta de sangre, muy
venerada en Calcuta. La montura de Shiva es el toro Nandi.
Shiva y Parvati tienen un hijo, Ganesh, que es uno de los
dio¬ses más populares del panteón. Lo reconoceréis
inmediatamen¬te por su cuerpo humano y su cabeza de elefante.
La leyenda cuenta que tras una de sus estanacias de miles de
años de meditación y fumeque en los Himalayas, Shiva volvió
junto a su esposa y la encontró dormida con un niño en el
lecho. Presa de celos -sin acordarse que era su propio hijo-
el dios le cortó la cabeza. Parvati, al despertar
horrorizada, obligó a su esposo a traer la cabeza del primer
ser vivo que encontrara en la jungla para reponérsela a su
hijo, y ello resultó ser un elefante.
Ganesh es el dios de la prosperidad en los negocios, de la
suer¬te y la superación de obstáculos. Su cabalgadura eS...iun
raton¬cito!, animal al que, al igual que a un paquidermo,
pocos obstáculos pueden detener.
Se nace hinduista, en principio nadie puede convertirse.
Sobre todo en Yangon, hay unos pocos miles de ciudadanos de
origen chino que practican el taoísmo de forma bastante
acti¬va, como podréis comprobar en unos pocos templos
situados en el Chinatown de la capital. En su nacimiento,
realmente no se podría considerar al taoísmo al una religión,
sino más bien una filosofía, propugnada por Lao Tse y su
discípulo Zhuang Zi hacia el año 600 antes de Cristo.
Según la leyenda, al final de su vida partió en
peregrinación al Tíbet montado en un búfalo y legó a sus
seguidores sus pensa¬mientos en el Tao Te King.
Su esencia reside en el DaD, que debe darse en el interior
más profundo de las personas para que practiquen unos
hábitos en plena armonía con la Naturaleza y el Cosmos.
PAGODAS, TEMPLOS Y MEZQUITAS
Myanmar es, desde luego, el país de las pagodas. Las haya
miles, algunas cuyos orígenes se remontan a 2.500 años -aunque
muy restauradas-, otras del año pasado y, las mejores, de la
Edad Media, que se concentran sobre todo en Bagan.
Las pagodas consisten en una gran cúpula rodeada de un
recinto, con o sin escaleras, y la gran mayoría son macizas,
es decir, el interior no es hueco. Abundan las estatuas de
Buda, magnífi¬cas las antiguas y coloristas y demasiado
kitch las modernas. Para entrar en el recinto hay que
descalzarse y vestir decorosa¬ mente, lo que quiere decir
que las mujeres deben llevar los hom¬bros y muslos cubiertos.
Los templos hinduistas son también muy interesantes, se
puede asistir a las ceremonias y no dudéis en dejar que los
sacer¬dotes os pongan ceniza en la frente y os unjan con
agua azucarada.Los pétalos de flores o la ceniza que os
entreguen tomadlos siempre con la mano derecha.
Las mezquitas, envueltas siempre en esa atmósfera de
serenidad y misticismo, también pueden visitarse -de nuevo
sin zapa¬tos-, y, por último, en Yangon queda una sinagoga
de estilo sefar¬dí para el culto de las dos o tres docenas
de judíos que quedan en Myanmar.
LOS NATS
Los nats, espíritus benefactores, son antiguos héroes de la
mito¬logía birmana que protegen los templos, las casas o el
comercio. Son 37, los veréis representados como pequeñas
estatuas en pagodas, árboles o viviendas; se les dedica
muchos festivales donde en una especie de teatrillo
callejero se representa su leyenda e impregnan profundamente
la vida espiritual de los birmanos.