En
abril del 2001 el Departamento Forestal del país instituyó
una gran reserva de vida salvaje de seis mil quinientos
kilómetros cuadrados en el valle de Hukawng, en el Estado de
Kachin, y actualmente el Gobierno se plantea triplicar su
tamaño y crear la primera reserva de tigres de Bengala de
Myanmar. Si se llega a proteger los 20.000 kilómetros
cuadrados del valle, pasaría a ser la reserva de tigres más
grande del mundo.
La tarea, sin embargo, no es fácil, al tratarse de una zona
donde cada día llegan decenas de inmigrantes de áreas más
pobres del país, atraídos por una auténtica fiebre del oro
sur¬gida en los últimos años y por las riquezas madereras
del valle.
Otra dificultad estriba en que gran parte de la zona está
controlada por los guerrilleros del Ejército para la
Independencia de Kachin (KIA), que desde 1994 mantienen una
tregua con el Gobierno de Myanmar, pero sin deponer las
armas.
Las últimas estimaciones cifran en un centenar el núme¬ro de
tigres que habitan en el valle, muy pocos, pero suficientes
para asegurar la supervivencia de la especie aquí si la
aco¬tación de la reserva termina con la caza furtiva de una
animal tan valorado en los mercados clandestinos asiáticos
por su piel, huesos y colmillos, con los que se fabrican
diferentes ungüen¬tos medicinales y hasta afrodisiacos.
Además de ser hábitat del tigre de Bengala, en el valle de
Hukawng se encuentran varios tipos de cérvidos, jabalíes,
osos tibetanos, macacos, elefantes o felinos tan llamativos
como el leopardo, la pantera nebulosa o el gato dorado
asiático.
El valle de Hukawng, fronterizo con India, se encuen¬tra en
una zona absolutamente cerrada por el momento al turismo,
que sólo puede llegar hasta la ciudad de Myitkyna, al sur,
pero de concretarse este proyecto medioambiental, se
aseguraría no sólo la pervivencia del tigre de Bengala en
Birmania, sino un destino de turismo ecológico -cuan¬do el
área se pacificase y se abriera a los extranjeros- casi sin
parangón en el planeta.